Marge, creo que odio la navidad...nono, la verdad que es para pasarla en familia, comer como muertos de hambre (mientras otros no pueden comer ni pan) y patinarse toda la guita en regalos para alguien que ya tiene todo y no le falta nada (pero que aun así, le seguimos regalando pelotudeces caras y cuando ven a alguien muriéndose de hambre por la tele/en la calle dicen que sufren o miran para otro lado, todo mi desprecio para ellos), bien, buenas noches...
Todos los 24 de diciembre el mismo parto, la misma cara de póker y todo porque no soporto a mi tía Graciela...encima la muy forra, hace una escena de celos porque mi abuela me hace ensalada de frutas !!!!!!! si, turra, me hace ensalada de frutas porque me preocupo por ella, porque la llamo todas las semanas y lo hago gustoso, sin esperar recompensas… no para que me haga ensalada de frutas...la puta madre.
Carajo odio la navidad, porque tengo que estar feliz???
Felices que sean los demás y me parece perfecto, pero a mi déjenme tranquilo, no jodo a nadie.
No hay palabras, no hay imágenes, no hay videos que puedan llegar a ilustrar mínimamente lo que pasó el 2,4 y 6 en la cancha de River. El espectáculo sobrepasa cualquier cosa imaginada, y es en cierto modo intransmisible.
Pero de todas formas me encuentro en el lugar de tener que escribir algo al respecto, para tratar de ver si puedo ordenar un poco todos los sentimientos, todas las ideas, toda la electricidad que me quedó en el cuerpo después de haber vivido un recital de AC/DC
La experiencia fue algo mucho más fuerte de lo que me hubiera imaginado, fue demasiado irreal. Cinco viejos arriba de un escenario espectacular dieron cátedra. Vinieron y dijeron: “las cosas se hacen así” y eso es demasiado importante, sobre todo en una época donde uno ya duda que “las cosas” se puedan hacer del todo. Fue mesiánico, divino, los australianos dijeron “que haya rock”, y hubo rock.
Hubo show también, un show de otra época hasta en el más mínimo detalle: desde el hecho que las entradas tuvieran el logo de la banda y no su nombre escrito con Arial en mayúscula hasta una Rosie inflable de unos 10 metros cabeceando desde el fondo del escenario, desde los cuernitos intermitentes que repartían desde el escenario hasta la enorme locomotora del “Rock And Roll Train”, y los cañones, y la enorme campana de “Hells Bells”, y las chicas del campo mostrando sus pechos y apareciendo por la pantalla principal. Un recital en serio, carajo. Un recital en serio en los días posmodernos en los que los campos se iluminan con la luz de las pantallitas de los celulares. Un recital que te lleva a las mejores épocas que vivió el rock.
Pero aún así, todo ese contexto en realidad careció de importancia. Angus Young se puede poner a tocar la SG con el escenario completamente despojado y el resultado va a ser el mismo, la música va más allá de los fuegos artificiales, incluso va más allá del sonido en sí. Se sintió en la piel. Podías cerrar los ojos y taparte los oídos y había algo que igual iba a hacerte saltar, estaba la sensación de estar viviendo algo demasiado bueno, la sensación de saber que tanto la gente que desde hace mucho tiempo viene puteando al rumor de “este año vienen” y la gente que llegó conociendo solo la melodía de “Highway to Hell” estaban gritando al mismo tiempo, la sensación de 60 mil personas mirándose a la cara y diciendo “no lo puedo creer”.
En River no hubo música, hubo rock, y eso es algo mucho más mágico. Fue una cosa dura, directa, básica, sin demagogia. Fue una cosa barrial e internacional. Un acto colectivo donde el público y la banda dejaron el cuerpo en “Shoot to Thrill” y la voz en “The Jack”. Fue el momento de entender que el mito de escuchar en vivo “Higway To Hell” no tiene nada de trillado ni de ingenuo, y que si ese tema, por más quemado que esté, se convirtió en un himno, por algo fue.
En River se vivió la paradoja de encontrar algo casi religioso en las más mundanas y seculares canciones. Puños en alto gritando “oy oy oy” al ritmo de “T.N.T” mostraban ese maravilloso cruce entre lo sectario y lo masivo que provocan este tipo de bandas.
En River estuvo AC/DC y ahi quedo el mejor recital de toda mi vida...
Dadas las circunstancia de que en mi vida no pasa nada interesante como para que se merezca una nueva entrada al blog, vamos a hablar de alguien que se merece mucho más que esto, hablemos, entonces, de Agustina y que mejor ocasión que en la fecha de su cumpleaños.
Nos conocimos allá por el 2007, en uno de los viajes más importantes y divertidos de mis primeros 20 años, si, nos conocimos en Bariloche. Aunque realmente la relación creció unas ves que ya estábamos en Buenos Aires, dado que en el viaje estábamos más pendientes de otras cosas…
En la actualidad, la relación es muy cariñosa, pero nos separan unos 50 km que tampoco son taaaanto pensando que en media hora en auto estoy. Además, hay que agregar que no siempre coincidimos en día y horarios, ella estudia y yo también, el trabajo, la familia y demás también quita tiempo y uno tiene sus “obligaciones”. Pero aun así, cada tanto se produce el tan esperado encuentro.
Lo raro, por así decirlo, es que al tener tan pocos encuentros la quiero mucho, yo hablo por mí. Como describirla? Es difícil, pero imagen a la dulzura como algo material, bueno ella seria la dulzura con patas. Sería algo así como la mujer ideal, la mezcla perfecta de belleza, sutileza, inteligencia y amabilidad, pero también cuenta con un lado muy poco común, el futbol, la transforma, la vuelve extravagante, con perfil alto…es una mujer capaz de cambiar su ser en unos pocos segundos…realmente la mujer con la que todo hombre sueña con encontrar. Yo la encontré y tengo el agrado de decirle amiga
Feliz cumple Agus, realmente, aunque no lo leas, te quiero mucho!
El viernes después de la oficina me junte con Hugo para después encontrarnos con carlita y de ahí partir a monte grande. Ya en monte grande, en la casa de carlita, procedimos a buscar el bolso de ella (estaba un poco alterada, vaya uno a saber porque…), luego nos tomamos un remis para ir a la terminal del micro y después de una hora salimos para Córdoba. El viaje fue tranquilo pero en un momento a carlita le cambio el humor cuando se dio cuenta que una de las chicas que viajaba con nosotros estaba atrás del mismo tipo que le gusta a ella… ese cambio de humor le duro todo el viaje.
Ya el sábado, una vez en Córdoba, conocí a mi compañero de cuarto (no me acuerdo el nombre), con el cual nos fuimos a caminar y a charlar a un rió, cuando decidimos volver a la “estancia” nos encontramos a los demás muchachos, que estaban haciendo matambre a la pizza y tomando unos fernet, nos integramos a la charla, una vez que terminamos de comer todos y con la panza bien llena decidí que era el momento de una buena siesta, me dormí en un banco de plaza por un par de hora al solcito, muy copado y relajante…
Me duche y tipo 6.30 salimos para Villa General Belgrano al Oktober, el clima cambio radicalmente, al punto de llover a cantaros…pero igual la pasamos bárbaro, compramos la tasa, comimos unos panchos y tomamos un poco, no tanto…en fin me empecé a dar cuenta que tenia algo de “onda” con Flor o como le dicen “la piru” (merece un capitulo aparte). Cuando volvimos del Oktober comimos algo de carne fría que había sobrado del asado del mediodía y a la cama…
El domingo empecé con un buen desayuno, como hacia rato no tomaba, luego nos pusimos todos de acuerdo para ir hacer un excursión a “la cumbrecita” en el camino paramos a comer algo al lado de un rió y seguimos camino, pero el chofer se perdió, o sea, estuvimos dando vueltas como dos horas al re pedo, pero no importa…después de vaaaarias horas de viajes llegamos al destino, la cumbrecita es una ciudad turística muy particular todas las casa son estilos alemanas (“alemanen” como le decíamos llevándonos dos de dedos al labio superior, unos fuller cualquiera ja!). Recorrimos un rato y decidimos ir a la cascadita, que son como 25 minutos de caminata cuesta arriba y ademas yo estaba ayudando a carlita a subir, pero para mi no fue nada, ya que es sabido que me gustan esas cosas. Cuando llegamos sacamos fotos y toda la chachara y nos volvimos para la combi.
De nuevo en la estancia, nos pegamos una ducha y comimos asado, fue ahí en la cena donde las chicas empezaron a insistir con salir a un boliche, yo no quería saber nada…además me puse a jugar al truco pero después de un rato me pico las ganas de salir y el pelado (chofer de la combi) quería ir a tomar algo, así que me fui con el…pero ese tomar algo se convirtió en un terrible pedo, jamás me había puesto así, a tal punto que vomite...
Lunes, me levante con todo el dolor de panza del mundo, desayune casi nada, arme el bolso, foto de despedida y emprendimos la vuelta a la vida normal. El viaje fue muuuuy largo y tedioso, pero hubo unos cuantos “encuentros de ojos” con flor…
Una vez en la casa de carlita, con tooodo el mal humor, me tome un remis a casa y zzzzz.
