En realidad esta entrada tiene relación con algo que paso
hace casi un año atrás: un primo, un bebe de 4 meses sufrió un ACV, en el
hospital yo prometí que si este nene se salvaba yo iba a ir a una catedral para
fin de año a modo de agradecimiento y de
un “recuentro” con mi fe. El nene se salvo y yo cumplí mi promesa… me reencontré
con “dios”. No creo en el catolicismo porque no creo en los humanos
directamente, solo le uso la iglesia por ser un lugar arquitectónicamente más
calmo para la meditación, pero sí creo que hay algo superior a mí que me ayuda
a ser una persona más integra. Y la verdad, este último tiempo me dio una mano
grande en varios aspectos de mi vida.
Ahora bien, esto es a modo de anécdota. Vayamos a lo que sucedió
hoy:
Estacionando el auto cerca de la cancha. Siempre lo dejo
lejos para que los trapitos no me cobren, porque los considero unos delincuentes,
cuestión que no se qué paso que mi papa empezó a discutir feo con un viejo que quería
cobrarle, yo viendo esta situación salí corriendo y directamente empuje al tipo
y lo revoleé por la calle, medio cegado los seguí empujado, le pegue una patada
y hasta lo corrí… no lo alcance simplemente porque no quería, era un persona
mayor, calculo unos 60 años.
Nunca fui una persona violenta, pero en cuanto me
siento agredido soy más volátil que el gas butano, no sabría bien porque.
Cuando ya me estoy por ir a dormir me pongo a pensar en los
que paso hoy me siento como el orto por mis hechos: 1° yo me hice el vivo con
un tipo 40 años mayor que yo. 2° estuve muy mal por el solo hecho de
violentarme de tal manera y 3° pobre tipo la angustia que paso! Anda a saber cuál
es su condición de vida… no sé, me siento como el orto por eso me estaba
buscando un “castigo” como ir a pedir perdón a una iglesia pero me di cuenta
que el peor castigo es mi conciencia, que hace que escriba esto para recordarme
que lo peor queda en uno mismo y no te podes mentir.
El dios y el perdón es una
cosa interior. Tengo que encontrar el perdón a mí mismo. De los malos actos se
aprende y la verdadera bondad esta en no volverlos a repetir.
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